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La espiritual reivindicación de Greta Van Fleet

El cuarteto estadounidense de Michigan conocido como Greta Van Fleet lleva tiempo en su particular trajín con algunos discos que han ocasionado la pleitesía de un gran sector de fanáticos hipnotizados, así como la desaprobación de algunos detractores que han tildado a la banda de “poco originales”. Y es que desde su entrega pasada se agudizó una tremenda controversia con lo parecido que sonaban a Led Zeppelin. Muchos pensaron que más que beber de una influencia de la banda británica era un plagio descarado no solo en el sonido, también en apariencia.



Después de algunos años de reconocimiento internacional con el que incluso ganaron un Grammy, el grupo conformado por Josh Kiszka, Jake Kiszka, Sam Kiszka y Danny Wagner aterriza en este 2021 su nuevo material titulado “The Battle at Garden’s Gate” para disipar aquellas críticas y convencer a los más escépticos que la banda tiene su propio sello, único, genuino y apabullante.


El sonido de este álbum alcanza un gran nivel de refinamiento sonoro sin dejar de lado esas guitarras clásicas que manifiestan por varios momentos algunos de los solos más glamourosos de la actualidad. Un disco empapado de espiritualidad en su más exigente y pulido concepto lírico. Las doce nuevas canciones están destinadas a la catarsis masiva de estadios. Desde su inicio explosivo “Heat Above” ya se puede disfrutar como una pequeña probada del pastel, la voz de Josh Kiszka de inmediato se hace presente con esa singular potencia vocal, un tema hermoso con algún acompañamiento acústico. El disco tiene numerosos momentos destellantes, lo cual puede sonar algo parecido, destaca mucho el epílogo de “Broken Bells” (uno de los momentos más agradables del álbum) que despierta sensaciones mágicas. La virtuosa guitarra en “Built By Nations” sacude las entrañas, los cambios de ritmo de “Age of Machine” reivindican la reputación de la banda.


En definitiva, la banda ha sabido perfeccionar ese sonido de glam rock que tiene grandes posibilidades de ser aclamado en los próximos años. El disco es muy contundente con su propuesta, logra que los estribillos y guitarrazos se queden en la cabeza, cuida muy bien las partes instrumentales y sobre todo deja claro que más allá de la controversia hay un talento impoluto, esa envoltura desechable del sonido “zeppeliano” se descarta de a poco, si bien las comparaciones pueden persistir, la dirección de esta banda es la correcta.


De la mano de su gran productor Greg Kurstin, un titán en la industria, Greta Van Fleet ha alcanzado un estado de gracia sobresaliente. El disco ya se encuentra en plataformas digitales.



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