El milagro de Silvana y el desastre de la Ciudad
- Secuencias mx
- 21 may 2019
- 3 Min. de lectura
-Rubén Ortega-
La cantautora veracruzana ofreció el concierto más grande de su carrera en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris con lleno total y sin usar zapatos

Incluso la lluvia ácida que abrazaba la ciudad el fin de semana pasado decidió llegar unos minutos antes de que comenzara el show. Fue su presión o el orden de más de 1,300 fans lo que hizo que el teatro se llenara con velocidad para ver a la joven cantante procedente de la tierra de Agustín Lara. A las 19:00 hrs. el teatro estaba casi completo en capacidad.
Unos minutos más tarde dieron pauta a la salida del chileno Benjamín Walker, quien se vio interrumpido por el llanto de un bebé desde el primer acorde, pero de todos modos no dejó de sonreír y tocar con su guitarra y un par de luces como acompañantes. Solo con eso logró ganarse a los capitalinos, fueron 26 minutos de show bien ocupados en los que mostró la melancolía de su país y las canciones que motivaron a más de uno en el lugar.
Pasaron menos de 10 minutos para que Silvana tomara por asalto el escenario y comenzara su show de forma rápida. A todos les tomó por sorpresa ver la silueta roja de su vestido y una pequeña guitarra llegando al centro del escenario. Los gritos de sus fans fueron casi por inercia al verla sentada en una silla de madera que parecía un trono, resaltaban sus pies descalzos y unas cuantas luces en el escenario para verla abrir con clásicos como “Un día cualquiera”, “Qué problema”, “Tristeza” y “Detesto en mi”.
Luego de este salto se presentó ya de manera más amena ante su público. Entre agradecimientos e invitaciones para tomar mezcal presentó su canción más reciente, hablamos de “Carta”, en la que hizo alusión a la dinámica realizada tiempo atrás, en la que solicitó a sus seguidores le mandaran cartas que escribieron y jamás enviaron.
“Te guardo” y “El agua en la miel” le dieron un sentido más íntimo al show, en el que la gente se animaba a cantar de a poco, pero sus voces se difuminaban para no interrumpir las líneas melódicas de la joven cantante nacida en el 98. Una de las cosas más interesantes en el show se daba en el público, ya que sus seguidores no tenían un rango específico de edad, sino que habían personas desde los 16 hasta los 50 años, todas distribuidas por igual.
“Casa” fue dedicada a sus padres y a su natal Coatepec, Veracruz. Acompañada de las ilustraciones en vivo de Jimena Estibaliz, que narraban la letra de la canción, así como del resto del conierto. Prosiguió “Marchita”, canción que levantó los ánimos para después invitar a Benjamín Walker y cantar una versión suave y lenta de “Cielito Lindo”.
“Brindo”, “Se me ocurre” y “Al norte” fueron el comienzo del cierre del concierto. Silvana bajó de su trono y sus pasos sobre el escenario marcaban la tensión y energía que dieron una textura distinta al show que se acercaba a la hora con diez minutos. Se despidió del escenario y una marea de flashes de celular comenzaron a ondearse sobre el mítico teatro que no dejaba de verse imponente, pero la noche seguía siendo de Silvana y su gente.
Regresó, hora sola, sin guitarra y con sus silenciosos pasos. Aparentaba mayor fuerza, tenía el peinado menos preocupado que al principio. Y con una máquina de loop, “Milagro y desastre” fue como una bomba, que nos recordó que no hacen falta grandes amplificadores para hacer canciones intensas. “Ser de ti” fue una pequeña laguna en la que se resaltó el talento de su banda soporte. Todo para caer en “Sabré olvidar”, canción que levantó gritos y también fue causante de algunas lágrimas y llamadas de teléfono durante su pasar por el Esperanza Iris.
Jimena pinto mapas de América, paisajes naturales y planetas que acompañaron a las últimas canciones. Además usó una pequeña bola con luces para la parte final. Fue presentada así como el resto de la banda, quienes de fueron dejando sus instrumentos un tanto desacomodados.
Regresó la protagonista de la noche, se acomodó su guitarra y se sentó, ahora un poco más lente y con una cámara que le apuntaba desde abajo a su rostro. Interpretó “Tonadas de ordeño” con su pequeña guitarra, solo para dar el último aliento de una noche de sábado que aparentemente nadie quería que acabara.
El primer CD de Silvana Estrada se llamará “Marchita”, y esta presentación fue un adelanto de la obra, así como un repaso de su joven pero abundante carrera que la llevará en los próximos días a España. Pese al desastre latente de la condición ambiental, Para Silvana este show, su show fue un milagro del que le agradeció eternamente a sus entusiastas fans, que no pararon de decirle “Chingona”.
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